Personalidades

He conocido a gran cantidad de personajes más o menos famosos y a los que profeso más admiración (véanse Aznar o César Vidal) o menos (Rajoy o Arenas). En casi todos los casos mi reacción ha sido la misma: un par de besos, alguna palabra de agradecimiento y las fotos de rigor. Todo en un ambiente cordial y distendido, lejos de ser una fan histérica y agobiante.

He asistido a varias de las manifestaciones de la AVT y he podido ver las consecuencias de los atentados de ETA en carne de las víctimas. He escuchado sus palabras de absoluta impotencia y admirado su coraje.

En Madrid coincidió que me encontré, nada más y nada menos, que a María San Gil. Estaba enfrente mía. Y me pasó lo que nunca me había pasado en presencia de ningún personaje conocido. Me quedé mirándola fijamente embargada por la admiración y al borde de las lágrimas. Estaba absolutamente arreactiva. No tardé en perderla de vista tratando de fijar su imagen en mi cabeza.

Pues ella, como yo, conoce a las víctimas en primera persona. La diferencia es que elle se juega la vida cada día. Porque ella pertenece al cada vez más pequeño grupo de políticos con ideas propias y valentía para defenderlas entre asesinos.

Héroes del silencio

No, no voy a escribir sobre música. Voy a hablar de política. Pero voy a hablar de corazón. Desde un punto de vista absolutamente subjetivo, pero que, debido a los últimos acontecimientos políticos, he decidido no guardarme.

Muchos sabréis que el pasado 9 de marzo, no sólo voté al Partido Popular, es que, además, le dediqué un día entero a ser interventora de dicha fuerza política. Y diré claramente lo que siento: me equivoqué.

Existen numerosas razones por las que he llegado a esta conclusión. La primera porque me considero liberal. Consideraba al PP el partido más cercano a mis ideas hasta que el señor Rajoy me dedicó estas palabras: «Si alguien quiere ir al Partido Liberal o al Conservador, que se vaya».

Otra de las cosas que me ha desconcertado es… ¿dónde está Pizarro? ¿simple diputado? ¿qué significa esto? Pues desde mi punto de vista, significa que Rajoy pone el partido patas arriba pero, eso sí, su cargo ni tocarlo. “Pizarro no se integraría bien en el aparato del partido, porque no tiene madera de aparatchik”, son las palabras de Mariano. Pues vean ustedes como Pizarro abandona el partido, junto con personajes de la talla de Zaplana.

Sigamos, porque la lista es larga: ¿acercar posiciones con los nacionalistas de CIU y del PNV? ¿Acaso no comprende el señor Mariano que la mayor parte de sus votantes lo elegimos precisamente por no hacerlo?

Pero no sólo me siento traicionada por lo que hablan, sino también por lo que no dicen: silencio ante el Plan Hidrológico Catalán (ya se sabe que la sed de los barceloneses es más importante que la de los almerienses, región con mayor superficie desértica de Europa), silencio aunque un vasco paga un 35% menos de impuestos que otro español, silencio ante la crisis del aceite de girasol, silencio, silencio y silencio.

Algunos llaman al partido del señor Mariano «Héroes del Silencio», otros «Ministerio de la Oposición» y demás lindezas. En cualquier caso es algo que no me importa. Ninguno de esos calificativos puede reflejar lo decepcionada que me siento, después de haber dedicado ilusión, esfuerzo y muchas horas a un partido que no respeta la opinión de sus votantes, afiliados o interventores.

Dado que creo firmemente en la democracia, no pienso abstenerme de votar en las próximas elecciones europeas. Mi voto va a ser para Rosa Díez. Sé que no es nada liberal, pero, en mi opinión, las elecciones europeas son sólo burocráticas, no sirven para nada y no van a cambiar nada en este país. Por lo menos, mi voto será de castigo a la política nefasta del PP.

Lanzo una pregunta al aire: ¿Porqué tiene que ser Rosa Díez la que diga las cosas que los votantes del PP queremos oír?

La vergüenza de los XXIX Juegos Olímpicos

1950, el ejército chino invade el Tíbet. Dada su tradición pacífica, el ejército tibetano cae sin apenas dificultad. En junio de 1956 y a consecuencia de esta dominación, estalla una rebelión. El ejército chino la aplasta ocasionando la muerte a miles de tibetanos. El decimocuarto Dalai Lama y sus principales colaboradores huyen a la India.

Durante la Gran Revolución Cultural en China, el Tíbet sufrió serios daños a su patrimonio cultural, especialmente su herencia budista. Más de 6000 monasterios fueron destruidos y millares de monjes y monjas budistas fueron muertos o prisioneros.

En mi visita al Tibet, pude conocer un pueblo resignado. Un pueblo completamente abandonado por toda suerte de organismos internacionales, que ante semejante injusticia miran para otro lado. Y es que, por más que se empeñen algunos, Tibet no es China.

2008, en China aún no hay democracia. El Tibet sigue siendo una de sus provincias. Los Juegos Olímpicos de este año serán en Pekín. ¿A quién se le ocurrió llevar semejante evento, nacido en las mismas tierras que la democracia a China? Un acontecimiento para el que, incluso, se detenían los conflictos bélicos en la antigüedad. Pues bien, en honor a la tradición olímpica ¿por qué no se termina la opresión al Tibet? ¿A qué viene ese interes internacional por legitimar los continuos atropellos del gobierno chino?

Si buscaban algún país asiático, ¿porqué no India? Por lo menos no oprimen ilegítimamente a sus vecinos y disfrutan de democracia más o menos real. Desde mi punto de vista, creo que los Juegos Olímpicos han sido vendidos al mejor postor. No me siento nada identificada con esta edición y no pienso apoyar semejante evento. Por la democracia y por la libertad: No a los Juegos Olímpicos en China.

No Olympics 2008 in Beijing

The Office of Tibet in New York

Olympic Watch

¿Revolución azafrán en el Tibet? 

Diario de una interventora del PP

9 de Marzo de 2008

Siempre me he considerado liberal. Creo en las reducciones de impuestos. Creo en la libertad del individuo frente a los designios del Estado. Creo en el libre mercado y en la libre competencia. Por eso me siento más o menos identificada con el único partido verdaderamente liberal de España: el Partido Popular.

Hasta hoy nunca había participado activamente en la política. En mis planes no estaba involucrarme. Pero hace pocas semanas pasé casualmente frente a la sede del PP. Pude ver las consecuencias de a barbarie y la tensión que ciertas fuerzas políticas promueven. Al ver el completo destrozo de la sede una especie de chispa de furia me incendió.

Pero, en lugar de responder a la violencia con violencia decidí ayudar democráticamente y con todas mis fuerzas. Participaría como interventora en la jornada electoral.

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La cita era a las 7:30 a.m. Nuestro objetivo era llegar a las ocho de la mañana para poder constituir las mesas electorales. Además debíamos preparar las urnas y todas las papeletas en las cabinas y en las salas. En mi mesa otra interventora del PP y una del PSOE, dos vocales y un presidente de apenas diecinueve primaveras, debutando como votante.

Durante las primeras horas de la jornada todo transcurrió de forma bastante normal. Escasa afluencia de votantes y ambiente animado. Apenas una incidencia en el acta debido a que la interventora socialista se confundió de mesa y ya constituida no pudo cambiarse.

A media mañana se produce la llegada masiva de votantes. Las colas se alargan y la participación comienza a alcanzar el 50% del censo. Entonces ocurre algo: un interventor socialista desaparece de su mesa. Le acompañan unas cincuenta papeletas del PSOE. Reúne corritos de viandantes para repartirlas. Afortunadamente nuestro apoderado puso fin a semejante irregularidad ante las caras de sorpresa de los socialistas que rezaban: ¿nosotros? ¿qué hemos hecho nosotros? ¿acaso hemos hecho algo malo? Y es que a algunos, a hacerse los tontos no hay quien les gane, no en vano, llevan practicando toda su vida.

El resto de la jornada transcurre normalmente. Llegan nuestros almuerzos desde la sede. La interventora socialista se muestra amable y cordial. Temas de conversación completamente apolíticos y llegada de un par de votantes.

Sin embargo, con el avance de la tarde el ambiente comienza a decaer. Y es que el cansancio se nota. Entonces un votante se vuelve hacia mí, depositado su voto en la urna, ve mi credencial. Sonríe y comenta: «Buenas noches y buena suerte». La verdad es que me hizo gracia.

No quiero entrar en los detalles del recuento. Sólo decir que a eso de las 12 de la noche habíamos terminado. 392 votantes de 488 censados. Me invadía la alegría. Para el Congreso: 290 votos para el PP, 77 para el PSOE y números de una única cifra para el resto de partidos. Los resultados obtenidos para el Parlamento de Andalucía y el Senado eran similares.

Cuando escuché la radio los resultados a nivel nacional me decepcionaron bastante. La otra interventora del PP y yo emprendimos el regreso a casa. Todavía colgaba de mi cuello la credencial del partido. Por la calle el saludo de un completo desconocido: «para la próxima seguro».

Es imposible sentirse derrotada, después de todo.

Un día para recordar

«Nunca olvidaré una noche en la que me despertaron los gemidos de un prisionero amigo, que se agitaba en sueños, obviamente víctima de una horrible pesadilla. Dado que desde siempre me he sentido especialmente dolorido por las personas que padecen pesadillas angustiosas, quise despertar al pobre hombre. Y de pronto retiré la mano que estaba a punto de sacudirle, asustado de lo que iba a hacer. Comprendí en seguida de una forma vivida, que ningún sueño, por horrible que fuera, podía ser tan malo como la realidad del campo que nos rodeaba y a la que estaba a punto de devolverle.»

De «El hombre en busca de sentido» de Viktor Frankl

Verano de 2001

Acababa de llegar a Auschwitz-Birkenau. Bajo nuestros pies la hierba del mayor campo de exterminio del nazismo. Hierba… en Auschwitz. Cuentan las historias que antaño, en el campo, no crecía la hierba. Tales eran las condiciones alimentarias de los presos, que la hierba del suelo se les antojaba una fuente de alimento incomparable. Ni una brizna de hierba crecía en el suelo de Auschwitz.

Aunque era verano, el frío de Polonia no dejaba de notarse. No pude evitar pensar en como sería vivir cubierta por una sola manga del pijama de recluso en pleno invierno. En un lugar en el que la grasa corporal era un lujo reservado a los soldados de las SS.

Sin embargo, lo peor estaba por llegar. La visita a las letrinas fue espantosa. No resultaba difícil explicarse que enfermedades como el tifus se cobrasen la vida de miles de reclusos. Además de la escasa, casi inexistente alimentación, las condiciones sanitarias dejaban muchísimo que desear. Ana Frank, por ejemplo, era el caso que venía a mi mente.

A ambos lados del barracón se levantaban impresionantes columnas de literas de paja, compartidas por varios reclusos. Los mayores conflictos del campo se generaban por intentar ocupar la litera más alta desde la cual no te caerían las defecaciones de otros reclusos encima, en medio de la noche.

A pesar de ello, a los que no encontraban la muerte trabajando, les esperaba en forma de cámaras de gas o «ducha de bienvenida». Los no aptos para los trabajos forzados eran engañados y dirigidos a las cámaras. Tal y como cuenta la historia, los soldados nazis llegaban a enloquecer después de disparar a gran cantidad de personas y enterrarlas en fosas comunes. Por ello se vieron obligados a crear las cámaras de gas, sistema de exterminio que permitía mantener la cordura a los soldados ejecutores.

Invierno de 2008

Cientos de historias similares rodean mi visita al sitio más terrible que haya visto jamás. Han pasado 63 años desde que el Ejército Rojo liberase el campo. Y hoy recuerdo como pasaba las noches en vela incapaz de conciliar el sueño, después de haber visto las huellas de lo que pasó.

Hoy, Día Internacional de Conmemoración de las Víctimas del Holocausto, yo recuerdo a todos los que sufrieron la barbarie nazi. Hoy, creo que es la más importante «memoria histórica» del siglo pasado. Hoy mi voz se une a la de Schwan, Elentir, Hartos de ZPorky y miles de personas más que piden que no se olvide.

¿De verdad se puede decir todo con una sonrisa, señor presidente?

– Menudas horas son estas de llegar. Parece que se te han pegado las sábanas.

– Uff, el madrugador de los dos eres tú. Yo toda mi vida he considerado que trabajar a las 8 es explotación.

– Ya, ya, venga anda, tomémonos un cafelito para sobrellevar el día.

No tardaron en servirles un par de tazas de café caliente. Le gustaba rodear la taza con las manos para olvidarse por unos momentos del frío de esa mañana. Estaba pensando en su familia, a la que había dejado a cientos de kilómetros. A cada minuto se decía que faltaba menos para volver al hogar. Cuando levantó la vista pudo descubrir que su compañero de fatigas bebía café asaltado por los mismos pensamientos.

Llevaban ya casi dos años destinados fuera de su país, lejos de todo lo que había sido su vida y su historia de siempre.

– Anda, sigamos con lo nuestro.

Ambos abandonaron el local y se dirigieron al aparcamiento. Esos fueron sus últimos pensamientos antes de sentir el frío acero en la nuca. En sus mentes su siempre querido país, casa de todo lo que eran.

Como dijo Leonardo Da Vinci: «Quien no castiga el mal, ordena que se haga.»

¿De verdad se puede decir todo con una sonrisa, señor presidente?

Poder para toda la vida

Érase una vez un político que había gobernado durante casi diez años. Como les pasa a casi todos, no tardó en encariñarse con el poder. Había ganado las elecciones honradamente, su sueño de un país socialista estaba más cerca. Y como había prometido hizo una Constitución.

Un día estaba en su despacho preguntándose cómo podía prolongar su mandato. Se giró en su silla y vió el libro. ¡Pues claro! La Constitución. Su pasaporte a la permanencia en el poder. Entonces empezó a dar forma a su idea de reformar su propia Constitución.

«Lo venderé como la reforma socialista que el país necesita… si… total, sólo cambiaré un 20% de la Constitución. Y cuando las reglas del juego estén escritas a mi gusto… nadie se enfrentará a mi… hahahahaha (risa maligna)». Total, imagino que el éxtasis que este caballero debió sentir fué grandioso.

El caso es que pedirá el voto del pueblo el próximo 2 de Diciembre para reformar su propia Constitución. De nuevo se pondrá en marcha la maquinaria de unas elecciones de limpieza dudosa.

Todo mi apoyo para los venezolanos que tienen que soportar esta situación. Porque, aunque la dictadura se vista de democracia, dictadura se queda.

Elecciones a Rector o como se calla a los estudiantes

Los estudiantes somos los que pagamos. Toda la maquinaria universitaria está orientada a nosotros (o debería). Sin embargo, a pesar de constituir la mayoría de la comunidad universitaria se nos sigue tomando «por el pito del sereno».

La última genialidad del Consejo de Gobierno de la UGR ha sido convocar las elecciones a rector el día 4 de Diciembre. Esta fecha es un atentado contra nuestra participación, ya que es en la semana del puente. Muchos se irán a casa con sus familias, además, es la temida época de exámenes.

Tanto Francisco Glez. Lodeiro, como Rafael Payá, como Luis Rico han hecho oidos sordos y han seguido con sus campañas. El único candidato que se opuso firmemente a la celebración de las elecciones en tan «oportuna» fecha fué Antonio Campos.

Ha quedado claro que Lodeiro, Rico y Payá no quieren vernos votar.

Y yo me pregunto, ¿cómo puede haber estudiantes que sigan apoyando a candidatos que minan su participación? Creo que este gesto dice mucho más que todas las promesas electorales que no se cumplirán nunca.

Dejo los enlaces a las webs de los candidatos:

Hitleritos Redivivos

… es el título del artículo publicado en el periódico «Granada Hoy» de ayer por Ángel Esteban, amigo de mis padres. Siempre que publica algún artículo mi madre me lo da a leer porque son de lo más interesantes.

El tema sobre el que trata este artículo lo había abordado Crispal en su blog con gran profundidad. Como creo que es de máxima importancia que éstas cosas se sepan y se divulguen, he decidido escribir este post.

Sin más, os dejo con el artículo en cuestión.

Hoy nadie aprobaría ese pedazo de la historia cuyo protagonista se llama Hitler. Sin embargo, si procedimientos similares los utilizan instituciones ligadas a Harvard (namber guan cuyo prestigio lo justifica todo) en nombre de la ciencia (palabra mágica ante la que hay que agachar la cabeza), el progreso (falacia más mágica que enmascara a veces las mayores hipocresías) y el estado de bienestar (sintagma perspicuo, eufemismo de «que se jodan los demás»), ya nadie se escandaliza. O casi nadie. Muy poco comprometido era Roberto Carlos (el cantante, no el futbolista), cuando dijo: «Yo no estoy contra el progreso si existiera un buen consenso», porque hay cuestiones en las que no es posible el consenso. Lo de Hitler es injustificable, se vote sí o se vote no, como lo que voy a contar a continuación.

En el periódico The Boston Glove, del 10 de agosto de 2007, aparece una noticia, firmada por Carey Goldberg, en la que se da cuenta del sistema de eufemística «interrupción del embarazo» de 20 o más semanas, en tres hospitales de Massachussets ligados a la universidad namber guan. Como el feto en ese momento ya está absolutamente formado y todas sus funciones vitales son perfectas (mejores que las tuyas y las mías, sin dioptrías ni almorranas), para evitar que salga vivo e impresione, y obligue además a matarlo fuera de la madre, le propinan, antes de sacarlo, una inyección letal que tiene exactamente las mismas características que la que se inflige a los condenados a muerte en ese país.

Yo quisiera que, con la mano en el corazón, el hombre o la mujer más abortista del planeta me dijera qué nombre ponerle a esa acción. He visto muchas películas de judíos sacrificados, de atentados del IRA, la ETA o Al Qaeda, de guerras civiles, mundiales, y me pregunto: ¿Por qué, cuanto más sabe el hombre sobre cómo mejorar y alargar la vida, utiliza los mismos conocimientos para quitarla? ¿No será que lo que ocurre es que el hombre, cuanto más sabe, más se cree que puede hacer lo que le dé la gana, sin ningún tipo de restricción ética o de sentido común? Es cierto que el conocimiento amplía la libertad: cuanto más se sabe sobre algo, mejor se puede elegir. Por eso, el que hace la ley hace la trampa. Esta máxima, si se aplica al dominó o al fútbol, no deja de ser una picardía inocentona. Pero cuando están en juego millones de vidas humanas, el problema rebosa gravedad. Que se lo digan a los judíos de la 2GM, a los armenios, a los palestinos y a los exniños de esos hospitales de Boston. Y que no se enteren, porfa, en la Moncloa, vayamo a poyiya.

Agradecer a Crispal el haber abordado el tema y a Ángel Esteban el haberme permitido publicar su magnífico artículo. Ojalá logremos hacer reflexionar a quienes se siguen escudando en eufemismos para promover el asesinato.

La política del Gobierno se puede resumir en una sola palabra: lamentable

Me incorporé al debate sobre el estado de la Nación algo tarde, durante la primera réplica de Rajoy (de la que proviene la frase título del post), y además mientras lo escuchaba en directo iba comentando mis impresiones en el post de Elentir, donde nos habíamos concentrado todos para dejar nuestros comentarios.

En ese momento, Rajoy planteaba cuestiones tales como las guerras en el Líbano y Afganistán (sí guerras, iguales que la de Irak) o la negociación con los asesinos de ETA (ya se que queda muy políticamente incorrecto llamar a las cosas por su nombre, pero es que solemos pecar del mal del olvido)

Durante unos maravillosos quince minutos de exposición de Rajoy pudimos ver lo que es un político de gran talla. Sin duda supo plantarle cara a Zapatero y ponerle las cosas en su sitio.

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Y salió Bambi al ruedo… Y empezó a leer. Un largo discurso acerca de Educación para la Ciudadanía y la legalización de inmigrantes. Habló también de la creación de empleo de ésta legislatura (que, hasta hace tres años eran empleos precarios e inútiles, solo destinados a la explotación). En fín, que habló durante cientos de minutos (casi sesenta) sobre cosas que nada tenían que ver con las preguntas lanzadas por Rajoy. Una hora de soporífero discurso preparado y que destruía desde los cimientos el significado de la palabra «debate».

En la segunda réplica de Rajoy los socialistas estaban que trinaban. Habló de la desunión del Partido Socialista a raiz de la negociación con ETA, se refirió brevemente a los gobiernos de Aznar y lanzó el siguiente ultimatum a ZP: «no está en condiciones de gobernar, se ha puesto de acuerdo con ETA, ha traicionado la confianza de los españoles y no es de fiar. Como hombre honrado no tiene más que dos opciones: mostrar las actas de la negociación con ETA que prueben sus inocencia o tomar inmediatamente el camino de la Zarzuela» (para renunciar a su cargo).

La respuesta de Zapatero fueron de nuevo continuas evasivas, elogios a su gestión.

En su último turno y con gran dureza, el líder de la oposición repasó las mentiras de Rodríguez Zapatero sobre el proceso de paz y le dijo al jefe del Ejecutivo que su palabra no vale y que ha perdido todo su crédito.

En definitiva, Rajoy aprovechó al máximo su escaso tiempo asignado y supo hacer una oposición de gran calidad, que algunos ya extrañabamos. Por su parte, Zapatero dió más la impresion de ser un niño caprichoso que un político defendiendo su trabajo.