1950, el ejército chino invade el Tíbet. Dada su tradición pacífica, el ejército tibetano cae sin apenas dificultad. En junio de 1956 y a consecuencia de esta dominación, estalla una rebelión. El ejército chino la aplasta ocasionando la muerte a miles de tibetanos. El decimocuarto Dalai Lama y sus principales colaboradores huyen a la India.
Durante la Gran Revolución Cultural en China, el Tíbet sufrió serios daños a su patrimonio cultural, especialmente su herencia budista. Más de 6000 monasterios fueron destruidos y millares de monjes y monjas budistas fueron muertos o prisioneros.
En mi visita al Tibet, pude conocer un pueblo resignado. Un pueblo completamente abandonado por toda suerte de organismos internacionales, que ante semejante injusticia miran para otro lado. Y es que, por más que se empeñen algunos, Tibet no es China.
2008, en China aún no hay democracia. El Tibet sigue siendo una de sus provincias. Los Juegos Olímpicos de este año serán en Pekín. ¿A quién se le ocurrió llevar semejante evento, nacido en las mismas tierras que la democracia a China? Un acontecimiento para el que, incluso, se detenían los conflictos bélicos en la antigüedad. Pues bien, en honor a la tradición olímpica ¿por qué no se termina la opresión al Tibet? ¿A qué viene ese interes internacional por legitimar los continuos atropellos del gobierno chino?
Si buscaban algún país asiático, ¿porqué no India? Por lo menos no oprimen ilegítimamente a sus vecinos y disfrutan de democracia más o menos real. Desde mi punto de vista, creo que los Juegos Olímpicos han sido vendidos al mejor postor. No me siento nada identificada con esta edición y no pienso apoyar semejante evento. Por la democracia y por la libertad: No a los Juegos Olímpicos en China.